martes, diciembre 25

Hábitat












Habito en un mundo en donde está sobrevaluada la alegría,
la existencia;
donde se condena la nostalgia y la falta de sonrisas.

Provengo de una sociedad que me acorrala
e insiste en verme feliz con todo lo que ello implica:
Ser madre, tener marido, lavar los trastes,
saber guisar,
ser bonita (o por lo menos delgada),
conseguir un trabajo y tener vida social.

Donde los insomnes son los extraños
y el llanto se combate con ansiolíticos.

Donde la vida se prolonga más allá de lo digno soportable,
los suicidas se tienen por cobardes
y los poco apasionados como norma de este plano.

Pertenezco  a un hábitat
cuyos valores no figuran en la escala de mi exitómetro,
donde muchos quieren hallar cura para mi melancolía. 

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