martes, mayo 28

Arena














Hablar de una existencia desértica
–estéril–
donde sigue transitando el fantasma de algún amante,
es hablar de la soledad que no se quita nunca,
del insomnio recurrente,
quizá de algún llanto provocado,
de caricias caducas,
es  –inevitablemente–  mencionar
que jamás fui mar para ninguna costa,
que no soy más que arena
tal vez movediza. 

1 comentario:

Javier dijo...

Muy claro. Me gusta.