Sobre la invención de la belleza
La pregunta que surge después de un rato en las redes es ¿a
quién conviene tanto la idea imperante sobre la belleza? Observo no solamente el
desprecio disfrazado de chiste cuando los memes ilustran su mensaje con
fotografías de mujeres grandes, con cuerpos ¿poco estéticos? y la sorna se hace
presente en la lluvia de comentarios. Entonces pienso en la facilidad con la
que el mundo arremete contra aquello que resulta gordo. Y gordo se hace sinónimo
de feo, asqueroso, depresivo; también de fracaso, inseguridad, gula, exceso; de no merecedor. Y cada cuerpo que es gordo deja de ser todo para
reducirse al adjetivo. Gordo es insulto, amenaza, maldición. Sinónimo de
fealdad pantagruelezca. Si uno es gordo, ya no es más. Pero si una es gorda, no
solamente deja de ser cualquier otra cosa, además, es candidata ideal al
desprecio, al juicio y la burla. La condena es doble porque se paga por ser
gorda y por ser mujer (porque la mujer está hecha para el deleite de la pupila,
debe ser bella o no cumple con la función que se le encomienda).
La gordura se hace condena. Y cárcel. El impulso es intentar
huir de un cuerpo así a diario, sin lograrlo. ¿Quién se beneficia con tal
estética? Veo a mi alrededor y el somatotipo no alcanza para cumplir con las
exigencias. ¿Será que, además, hay que cargar con el peso de la estirpe? Se
torna la belleza en unicornio. Eso que no existe, que nos cuentan. Se hace
mitología y leyenda. Y en las redes, la pose que disimula, la que engaña, la
que esconde, es la más socorrida.
1 comentario:
Se torna la belleza en unicornio. ¿Será que como ser fantástico la belleza es inalcanzable? Los medios capitalistas cantan un triunfo en esta nueva etapa: la estética que van imponiendo logra insertar a individuos con privilegios, construidos de manera artificial que conectan con ese mundo mitológico a través de la belleza comercial. La mujer debe ser bella, y ya lo es, como quiera que esté hecha.
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