Notas
Leí mi nombre en su
mampara de anuncios. Mi nombre y, junto a él, la hora señalada. ¿Qué pensará al
leer mi nombre?, ¿será que construye la imagen de mi rostro?, ¿llegará el
recuerdo del sonido de mi voz o de mi risa? Me vi en un trozo de papel,
enunciada por el lápiz; ocupando por un breve momento, un pequeño lugar -virtual-
en su oficina. Cuando se dio cuenta de mi lectura se apresuró a quitarlo. “Ya estás
aquí”. Y lo hizo bola para arrojarlo al cesto de basura. No dije nada por el
asombro. Me volví trozo de papel con destino a la basura. Seguí el trayecto, que
sentí en cámara lenta, hasta que perdí de vista entre más desechos. “Es que hay
cosas que debo anotar o las olvido”. Ahora buscaba en mi pensamiento alguna palabra
para romper el rictus de mi asombro. Me volví cosa, además de olvidable. “Yo uso
agenda” alcancé a balbucear. Y mejor cerré la pagina señalada. Donde se leía con
tinta roja y letra remarcada: Bizcocho, 12:30.
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