Antes
de dormir, cada noche,
leo
unas páginas de Alicia en el País de las Maravillas.
La
imagino a ella, me imagino a mí,
nos
imagino a ambas en un mundo así,
donde
los conejos hablan, donde los gatos sonríen,
donde
las barajas cantan y los monstruos no lo son.
Me imagino
en medio de un poema donde asardece
y el Jabberwocky me acecha, nos acecha a ambas,
ella me
mira, nos miramos mutuamente,
y
repetimos tantas imposibilidades como sea posible…
para
después, vorpalinamente, matar al enemigo.
Todas
las noches leo un poco a Alicia y entiendo que,
por
fin, he matado a la quimera...
y después
del fragoso día, que es a diario,
con una
sonrisa que perdura
y resplandece
en la oscuridad mientras ya duermo,
me
duermo soñando que asarcede en un fragoso día…
No hay comentarios:
Publicar un comentario