domingo, febrero 3

Mandrágora encantada



















El sonido de mi sangre se escucha en una caracola:
es el mar eso que corre por mis venas,
            es la arena lo que arrastro con mis mareas,
                                   es la oscuridad que encierro entre las piernas.

Si pudiera reír como en la infancia
soltaría una carcajada tan grande
que olvidara el llanto una buena temporada.

Si pudiera reír como en la infancia
y al mismo tiempo amar como hasta ahora
sería la viva imagen de una mandrágora encantada.

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